El fundador de Microsoft, Bill Gates, dijo una vez hace años: «Internet es como una ola: o aprendes a nadar en ella o te hundes». La frase proviene de una época en que la humanidad comenzó a comprender el alcance de la era digital. Mientras tanto, uno tiene que decir: ya no solo nadamos en la ola, surfeamos en ella. Nada ilustra esto mejor que la masa e intensidad de nuestro consumo de videos corporativos y videos motivacionales. En 2019, según las previsiones, el 80 por ciento de la cantidad de datos transportados en Internet provendrá de videos. Un número que suena surrealista y, sin embargo, parece concebible cuando se mira el consumo de imágenes en movimiento en las redes sociales. En YouTube, por ejemplo, hay cinco mil millones de videos individuales, entre ellos corporativos, motivacionales e incluso infografías 2D. En Facebook, los usuarios de todo el mundo ven 100 millones de horas de videos todos los días.
La amplia distribución de videos fue lo que hizo posible las redes sociales en primer lugar. En cierto sentido, Una tercera parte de nuestro tiempo en las redes sociales se dedica a consumir videos. Por el contrario, las plataformas sociales se han convertido en los canales de distribución más importantes de videos. Los videos corporativos, motivacionales e infografías 2D se comparten un 1200 por ciento más que los textos o las imágenes. Las empresas que no utilizan este potencial por sí mismas sufren una desventaja competitiva significativa. Porque casi tres cuartas partes (72 por ciento) de todas las marcas que usan videos con fines de marketing aumentan su tasa de conversación.
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